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6 de abril de 2025

Cuando el FMI asistió financieramente a Estados Unidos y a China

El organismo concedió créditos stand-by en dos oportunidades a cada una de los dos principales potencias globales en la actualidad. Las causas de esos préstamos y el debate sobre el rol del dólar

>Argentina se apresta a firmar el Lo que para muchos puede ser una sorpresa es que el FMI otorgó créditos stand-by en dos ocasiones cada uno a Estados Unidos (EE.UU.) y a China, los dos actuales protagonistas del tironeo económico y geopolítico global que tiene a los mercados internacionales en vilo.

Los stand-by a EEUU fueron otorgados en 1964 y 1965, cuando ya era evidente uno de los problemas del esquema financiero internacional derivado del “patrón-dólar-oro” acordado en Bretton Woods, la conferencia internacional de la que, sobre el fin de la segunda guerra mundial, surgieron el FMI y el Hasta la depresión de los 30 había regido el “patrón-oro”, según el cual el valor de las monedas de los distintos países se derivaba de su respaldo en oro. Ese esquema se rompió durante la crisis, dio lugar a “devaluaciones competitivas” que la agravaron y prolongaron y, sumado a problemas de la primera posguerra, como el ruinoso Tratado de Versalles que los vencedores de “la Gran Guerra” habían impuesto a Alemania y que, con su secuela de hiperinflación y depresión, derivó en el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, la más grande carnicería del siglo XX y, hasta hoy, de la historia de la humanidad.

En Bretton Woods se optó por el “patrón-dólar-oro”: el oro seguiría siendo el pilar del sistema monetario, pero mediado por el dólar, la moneda del gran vencedor de la Segunda Guerra y ya indiscutida superpotencia económica. El dólar se consolidó así como moneda mundial.

El esquema tenía un problema, advertido por el economista Robert Triffin, quien en un libro de 1960 sobre la cuestión del dólar y del oro, acuñó la llamada “paradoja de Triffin”: para que la economía mundial no se atascase era necesario que EE.UU. mantuviese un déficit creciente de balanza de pagos y la proveyese de liquidez. Pero a la vez que se le imponía esa “carga”, EE.UU. disfrutaba el privilegio de que el resto del mundo financie gratuitamente sus déficits, aceptando tener dólares a interés cero.

El primer país en protestar fue la Francia de Charles de Gaulle, cuyo ministro de Finanzas, Valery Giscard d’Estaing (que años después sería presidente francés) criticó el “exorbitante privilegio” norteamericano. Francia insinuó varias veces que iría con dólares a reclamar por el oro acumulado en EEUU, al tipo de cambio establecido en Bretton Woods.

Fue en ese contexto que se produjeron los dos stand-by del FMI a EEUU, básicamente para que “comprara” francos franceses y marcos alemanes y aliviase la presión europea. No fue suficiente. Tampoco lo fue, en 1969, la creación de los “Derechos Especiales de Giro” (DEG) del FMI, una canasta de monedas que nunca fue más allá de la contabilidad del organismo.

La Memoria Anual del FMI de 1965 describía la actividad del organismo durante los 15 años previos en el siguiente pasaje: “Por lejos el más grande número de transacciones ha sido con países en desarrollo más que desarrollados, aunque un pequeño número de grandes desembolsos, como los realizados al Reino Unido en 1956, 1961, 1964 y 1965, a Francia en 1957 y 1958, a Canadá en 1962, a Japón en 1953 y 1957 y a EEUU en 1964 han explicado más del 50% del total de transacciones del Fondo”.

De hecho, precisaba, los usos de fondos más grandes durante la primera mitad de 1964 habían sido realizados por EE.UU. e Italia, respectivamente por USD 250 millones y USD 225 millones de entonces, equivalentes a unos USD 2.600 millones y 2.340 millones de hoy, pero en relación a una economía mundial muchísimo más pequeña que la actual.

Los dos préstamos a China fueron aprobados en 1981 y 1986 para apoyar la entonces incipiente apertura a la economía mundial, bajo el liderazgo de Deng Xiao Ping, para lo cual Beijing creó “Zonas Económicas Especiales” que atrajeron enormes volúmenes de Inversión Extranjera Directa (y en particular de EE.UU.). Un complemento necesario era el vínculo financiero.

Medidos en DEG, esos créditos fueron de USD 777 y 585 millones. Asumiendo una paridad DEG-dólar similar a la actual y actualizados por inflación, unos USD 3.650 y 2.300 millones respectivamente, pero también comparados con una economía mundial mucho más pequeña que la actual.

En el caso del segundo stand-by a China, un Memorando puesto a consideración del directorio del Fondo en noviembre de 1986 decía: “El staff ha recibido recientemente información de las autoridades relativas a las medidas adicionales para abrir la economía. Estas medidas, anunciadas el 11 de octubre, han sido diseñadas para mejorar el clima de inversión extranjera directa, especialmente en los sectores de exportación y de alta tecnología”.

De todos modos, la escasa convertibilidad y la manipulación del yuan (o renminbi, como se llama oficialmente la moneda china) por parte de Beijing, que la mantiene subvaluada para sostener sus enormes superávits comerciales y acumular activos externos, sigue siendo la principal limitación a que la divisa del gigante asiático aspire a hacerle sombra internacional al dólar.

Según el más reciente renminbi tracker del sistema Swift de pagos internacionales, la moneda china dio cuenta en marzo de solo el 4,33% de las transacciones por ese sistema.

Más allá de los efectos comerciales que puedan tener, losPor ahora, el dominio del dólar se mantiene, a pesar de que EE.UU. es en términos absolutosBarry Eichengreen, uno de los economistas e historiadores académicos más respetados en cuestiones monetarias internacionales, volvió en un libro de 2010 sobre el “exorbitante privilegio” monetario de EE.UU. y fue coautor, en 2022, de un paper del FMI sobre la “erosión invisible” de la moneda norteamericana.

El propio Eichengreen resaltó en un reciente artículo en Financial Times la importancia que tuvieron en el rol mundial del dólar dos personajes: el banquero germano-americano Paul Warburg, que al casarse con una descendiente de la dinastía bancaria norteamericana Kuhn-Loebb consolidó el legado de su propia familia, además de haber sido uno de los co-fundadores de la Reserva Federal (Banco Central) de EE.UU., y Harry Dexter White, quiencomo delegado y negociador de EE.UU. en Bretton Woods logró que el dólar fuera reconocido como la única divisa “totalmente convertible” del sistema (años después, White sería insólitamente acusado por el macartismo como agente del comunismo internacional).

Bridges echa luz sobre cómo centenares de esos empleados y banqueros, con sus actividades y relaciones diarias, montaron durante décadas la infraestructura que, al cabo de la primera guerra mundial, consolidó a EE.UU. y al dólar como el centro del sistema monetario internacional.

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